El Caso de la Mano Cortada
G.I.P.M.O
El Caso de la Mano Cortada:
Narración de los hechos
En enero de 1954, Margot Shelly Ruíz de Lihory (a quien podemos ver en la foto de la izquierda) enferma gravemente. Su madre, Margarita Ruiz de Lihori, Marquesa de Villasante, traslada a su hija Margot a su palacio. Ambas viven en Albacete, la marquesa en su palacete y su hija en un apartamento. En dicho palacete viven la marquesa, su segundo marido D. José María Bassols, un mayordomo y dos "médicos nórdicos" que hacían no sé qué experimentos en los sótanos de dicho palacete. Posteriormente se descubrió que dichos médicos eran dos alemanes huídos de los juicios de Nüremberg.
Según parece, en esa época, Margarita Ruíz de Lihory se dedicó al contrabando de "hachís" entre España y Marruecos. El sistema era el comercio de animales disecados, rellenos de esa mercancía. Esto no está claro, ya que esa fue la excusa que dio ante la cantidad de vísceras de animales que encontraron en sus palacetes tras la muerte de Margot.
Ante la gravedad de la enfermedad de Margot deciden trasladarla a Madrid, a otra casa de la Marquesa sita en la Calle Princesa. El día 19 de enero de 1954 Margot fallece, y a partir de ahí se abre la "caja de los truenos".
Tras el fallecimiento, Margarita se encierra dos días con el cadáver de su hija Margot, no dejando entrar a nadie a verlo. El velatorio se realiza con la caja cerrada, sobre la cual hay un portarretratos. La foto es del cadáver de Margot y de su madre, pareciendo Margot como dormida sobre la cama. Margot es enterrada el día 21 o 22 de enero de 1954.
El 27 de Enero de 1954 (ojo a la fecha) Luis, el hermano mayor de Margot, se presenta en Madrid ante la comisaría de policía, y no sale de allí hasta que no les convence de que su madre le "ha hecho algo horrible al cadáver de su hermana", además considera que ha habido algo nada claro en su muerte... Tanto insiste que el día 28 el juez Aguado autoriza el registro de la casa, siendo dirigido por el mismo. Allí encuentran un auténtico museo de los horrores, pues toda la casa está llena de tarros con vísceras de animales. En un armario encuentran una lechera llena de alcohol, y allí, flotando, está la mano derecha de Margot.
Inmediatamente son detenidos la marquesa y su marido, Bassols, y el juez ordena la exhumación del cadáver. Los marqueses ingresan inmediatamente en un psiquiátrico y los médicos alemanes se largan de inmediato hacia Canadá. El día 4 de Febrero de 1954 se exhuma el cadáver de Margot, y los forenses comprueban que le faltan los ojos, la lengua y algunos dientes. También el vello púbico. La autopsia que se le hace es superficial. Se registra la casa de Albacete, y allí se encuentran los órganos de Margot en frascos de alcohol, además de muchas más vísceras de animales, y la casona también estaba llena de animales disecados.
La marquesa se defendió argumentando que las mutilaciones fueron resultado de la adoración que sentía por Margot. Durante el juicio afirmó que su hija ‘era una santa y quise conservar partes de su cuerpo como reliquias. ¿Acaso los católicos no veneran con respeto la lengua de san Antonio en Padua, el brazo de san Vicente Ferrer en Valencia o el famoso brazo de santa Teresa?”. Pero nadie se lo creyó y el misterio persistió. ¿Cuáles fueron realmente las motivaciones que llevaron a la marquesa de Villasante a mutilar el cadáver de su propia hija? La clave del secreto puede estar en el palacete que la aristócrata poseía en la calle Mayor de la ciudad de Albacete.
Según su mayordomo, Andrés Gómez Honrubia, allí sucedían cosas muy extrañas. Este confidente afirmó que el palacete era el “cuartel general” de la marquesa, donde estaba el “cuarto del moro”, un sótano al cual se descendía a través de una trampilla de hierro que sólo podía levantarse entre dos personas. En él permanecía muchas horas; no sé exactamente lo que hacía allí, pero sí sé que con frecuencia subía con una palidez cadavérica”
Todos estos hechos fueron tratados con "guante de seda" por la prensa de la época. No se habló demasiado de la profanación del cadáver, y ni mucho menos de la extraña presencia de los médicos nórdicos.
La Audiencia de Madrid condenó a la marquesa y a su amante (Bassols) como autores de un delito de profanación de cadáveres y otro contra la salud pública, con la agravante de parentesco respecto a la procesada. Pero las penas fueron menores, tan sólo debieron pagar multas.
Ignoro cuando murió Bassols, pero la Marquesa murió el 15de Mayo de 1968 en la indigencia. Está enterrada en el cementerio municipal de Albacete.
Fenomenos Paranormales:
Jamás se ha desplegado en España tal cantidad de material experimental con la intención de dar caza a un fenómeno extraño. El suceso en cuestión se ha producido en un inmueble clásico dentro de la casuística paranormal, la casa de la marquesa de Villasante Margarita Ruiz de Lihory. Allí se encaminaron Fernando Rosillo, José Luís Tajada y José Martínez, un equipo del programa Cuarto Milenio formado por tres de los mas conocidos investigadores de este tipo de fenómenos además de expertos en electrónica y sistemas de grabación.
El rumor que recorre la población es que los terrenos sobre los que se asentaba el antiguo palacete fueron adquiridos por poco dinero, ante la falta de compradores ya que nadie quería vivir allí, en ese sitio donde se decía que habían matado a mucha gente y hacían cosas muy raras. Además, el hecho de que numerosas familias abandonaran las viviendas al poco de comprarlas porque contraían enfermedades desconocidas, aumentó la leyenda.
Los funcionarios de la actual Conserjería de Industria, aseguran que en ocasiones se producen llamadas internas en el edificio cuando en éste sólo se encuentra el vigilante nocturno. En el momento en que se inició la investigación, en compañía de una administrativa de la delegación, se produjo un suceso fuera de lo normal. La persona que la acompañaba, una mujer de 40 años de edad, entró en un estado aparente de trance, afirmando que en el salón de juntas que se sitúa en el sótano del edificio estaba observando una presencia:
"Esther, está ahí. Hablará de su hijo, su hijo es Antonio". La inesperada situación se precipitó cuando ésta comenzó a llorar desesperadamente, agarrando con fuerza un crucifijo entre sus manos mientras continuaba diciendo: "Es Esther... Le duele... Tiene 50 años, es morena con canas, lleva una falda azul con flores blancas y una taza en la mano. Ésta es su casa y no se va a ir. Tiene un pie roto, el pie derecho, se ha caído debajo de la higuera... Está muy triste por su hijo Antonio ( ... ). Dice que se tiene que ir. Esta noche hablará con vosotros". Posteriormente se confirmó que Esther vivía en el año 1843.
El lugar donde se había desarrollado la trama correspondía a los antiguos sótanos de la casa de la marquesa, que posiblemente no vieron alterada su estructura por la construcción del nuevo edificio. Durante la larga madrugada fueron registradas psicofonías de una nitidez fuera de lo habitual. Destacamos entre todas ellas las obtenidas a partir de las 2.15 de la mañana: "Hay mucha energía, José", "Soy yo", y quizás la más impresionante, correspondiente a la voz de una mujer joven que murmura: "Mamá, frío, miedo...". la calidad de estas grabaciones contrasta con las obtenidas por otros investigadores por su fácil audición. Los análisis realizados a posteriori han demostrado que se trata de incursiones de origen desconocido procedentes de algo o alguien que se sitúa literalmente sobre el micrófono. Sin embargo, es imposible que esto haya sucedido físicamente, ya que tras acudir al lugar en una segunda ocasión y controlar todas las estancias con un circuito cerrado de televisión, que en todo momento ofrecía imágenes en tiempo real de lo que ocurría en las habitaciones, quedó patente que el edificio estaba vacío.
Pese a los monitores, las cámaras de vídeo, las grabadoras, medidores de temperatura, cámaras fotográficas, mesa de mezclas, micrófonos, magnetoscopios, 800 metros de cable ... se registraron nuevas grabaciones entre las que destaca por su claridad y rotundidad una voz que dice: "Yo soy Dios". Fernando Jiménez del Oso hace un clara exposición de esas psicofonias -
http://www.laverdad.es/albacete/prensa/20070523/provincia_albacete/margarita-ruiz-lihory-tiene_20070523.html
Una llamada telefónica, que luego se sabría hizo el hijo de la supuesta marquesa de Villasante, Margarita Ruiz de Lihory, avisó a los periodistas de que ésta podría haber practicado algún tipo de mutilación a su hermana recién fallecida, Margot Shelley, muerta de leucemia, en su domicilio de Madrid, en la calle Princesa.
Insiste el erudito en crímenes que lo que más le acongoja es que cosas tan terribles pasen en una casa "tan normal". Pero es que no lo era. Tan normal. Era un bonito casoplón, donde podían admirarse muebles de calidad, vajillas de plata..., alguna de cuyas soperas estaban llenas de cabezas de perro disecadas. De lo más normal.
La señora que ocupaba aquel casoplón, la tal Margarita Ruiz de Lihory, dice la leyenda que fue espía de Franco. Además de las historias que se cuentan, se tiene la idea de que fue la primera licenciada en Derecho, la primera corresponsal de guerra en Marruecos... y también se teme que en algún momento pudo tener aventuras a lo Mata Hari con el propio Abdel Krim. Como se ve, de lo más corriente. Esas cosas de la burguesía aburrida de la calle Princesa que asustan a los eruditos.
Margarita era guapa, distinguida y rubia. Hija de José María Ruiz de Lihory, barón de Alcahalí, gobernador civil de Mallorca, alcalde de Valencia y diputado en Cortes, y de doña Soledad Resines de la Bastida, cuando fue denunciada por su hijo mayor, Luis, con el que no se llevaba bien, era una mujer madura, abogada de carrera, una de las primeras abogadas, señora de toda la vida, aunque quizá utilizara de forma incorrecta el título de marquesa.
En Albacete tenía propiedades y una historia misteriosa con supuestos hombres de negro, espías a la carrera o visitantes en platillos volantes.
Margarita tenía un compañero sentimental, el abogado Basolls, y juntos contemplaron con cierto estoicismo cómo los policías registraban la casa y encontraban la mano derecha de Margot flotando en una lechera llena de alcohol.
Más tarde, encontrarían otros restos humanos: dos ojos y un trozo de lengua, que pertenecían a la misma persona y que según la investigación habían sido amputados durante una ceremonia llena de superstición y pases mágicos. Margarita, al parecer, había aprendido a manipular los cuerpos con vistas a hipotéticas resurrecciones.
Una vez descubierta, dijo que su hija era una santa y que se había quedado con unas reliquias para llorar su ausencia sobre ellas.
La censura impidió la publicación de la foto de la lechera con la mano flotante. El editor de El Caso, Eugenio Suárez, arregló a pie de imprenta la primera página, sin foto, escribiendo el titular de su puño y letra: "El misterio de la mano cortada".
Después se han escrito libros y se ha recreado el episodio, que quedó en un pequeño delito o falta de cierto relieve. Se ve que se tuvo en consideración la edad de la acusada, la dolorosa pérdida de la hija y que la amputación fue post mortem. Margarita no era más que una sombra del pasado, rodeada de perros nerviosos y malnutridos.
La marquesa de fue siempre genio y figura: una española aventurera, llena de furia y talento, a la que solo su hijo pudo pillar en una falta, porque hasta entonces había vivido con discreción y a lo grande, como una dama educada.
Si el episodio da miedo a un erudito en crímenes, imagínense lo que era capaz de producir en la ciudadanía en tiempos de la dictadura. Una vez olvidados aquellos años de plomo, queda recordar la belleza rubia de la marquesa-baronesa desempeñando su osado papel en un mundo de turbulentas pasiones. En una casa singular, llena de recuerdos de viajes y aventuras, en la zona señorial de Madrid. El miedo importado de la fiesta de los muertos vivientes caería de prestado muchas décadas más tarde, lejos del glamour de los protagonistas.
G.I.P.M.O
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